Una "Guardiana del monte" en Barracas
Hace algunos años atrás, sobre la calle Santa María del Buen Ayre, en el barrio de Barracas, Ciudad de Buenos Aires, Tatu Daels realizó un mural donde evocaba un paisaje misionero con integrantes de la comunidad guaraní. La pared correspondía a la fachada de una escuela y la obra forma parte de esa comunidad educativa desde entonces.
Quiso el destino que se presentara otra oportunidad para intervenir una pared, esta vez, en otra sede del mismo colegio. Los primeros trazos se realizaron de noche, con la imagen del boceto proyectada sobre la pared de 8 x 10 metros, que tiene dos grandes paños marcados. “El formato hace que uno piense algo acorde a lo que sugiere la pared. Las irregularidades o aberturas a veces impiden y otras aportan, esta forma particular me llevó a colocar una figura en cada lado”, señala el artista. La elección de los colores no fue menor: Tatu trabajó mucho con los violetas y los amarillos, con muchos plenos y pocos matices. También aparecen verdes y unos rojos. Lo primero que hizo fue sacar los blancos del fondo, para dar paso al ambiente que quiso crear. Luego siguió con los personajes y sus detalles.
Dos mujeres que tienen un gran vínculo con la naturaleza
La imagen transmite mucha calma, en un ambiente propio de la provincia de Misiones, en un momento del día surcado por los rayos del sol. Son dos mujeres que tienen un gran vínculo con la naturaleza y la defienden desde el respeto y el acompañamiento. Mientras una esparce semillas, la otra sostiene a un cardenal, pájaro nativo de la zona. “Quiero transmitir el compromiso de ser amigo de la naturaleza, poder contemplar y valorar el entorno en el que estamos. La idea es mostrar los vínculos sanos. Al ser la entrada a un colegio, me parece bueno poder enseñarle a los chicos que hay distintos horizontes”, dice Tatu. “Los vecinos siempre se entusiasman y el momento lindo es cerca de las 4 de la tarde, cuando los chicos salen de la escuela a través del mural. Y mientras los padres los esperan, comentan y participan”.
“Se acercó un vecino y me contó que las paredes que estaba pintando fueron el frente histórico de una yerbatera, hoy límite y bienvenida del patio de la escuela. Yerba mate que es árbol autóctono de la selva misionera e infusión energética, símbolo de la naturaleza y lo cotidiano. La escuela como alegoría de la niñez y el aprendizaje. Y en mí, la alegría.” expresó el artista.
“Pinté en Misiones y tengo varias pintadas en los barrios. El mensaje transforma el espacio. Agradezco que puedo pintar y trabajar haciendo esto. Hay una vorágine en la ciudad y uno no está conectado con la naturaleza”, reflexiona Tatu, “el pintar te genera situaciones que te hacen pensar un poco más. Nunca pensé que iba a ser muralista y de repente lo soy. Y lo hago con buena intención. Me parece muy valioso que el muralismo genere estos espacios para poder contar lo que le pasa a las personas del lugar y para mostrar su identidad”, cierra el artista.
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