Aire para la restauración del Edificio del Molino
Un compresor de aire 185Q hace posible la limpieza criogénica de las superficies delicadas.
En la esquina de Av. Rivadavia y Av. Callao, frente al Congreso de la Nación en la Ciudad de Buenos Aires, está ubicado el Edificio del Molino. Diseñado por el arquitecto Francisco Gianotti. Tiene 7.600 m² que se distribuyen en una planta baja, cinco pisos, una torre con mirador y tres subsuelos. Fue inaugurado el 9 de julio de 1916 como parte de la conmemoración del Centenario de la Independencia. La obra es emblemática del Art Nouveau en Argentina, construida con los mejores materiales traídos de Europa. En 1997 cerró definitivamente sus puertas.
Desde entonces el edificio quedó en estado de abandono hasta el 2014, cuando es declarado Monumento Histórico Nacional, es expropiado y queda bajo la tutela de una Comisión Bicameral.
Los miles de transeúntes que pasan a diario por esta esquina no sospechan que detrás de las vallas y de la fachada de tela que cubre al edificio hay un importante trabajo de recuperación en su interior. Las tareas fueron minuciosamente programadas por un equipo interdisciplinario.
Modernas técnicas de restauración con labores artesanales en cada uno de sus rincones
“El edificio estuvo cerrado más de 22 años y luego subocupado con un proceso de deterioro y degradación, con falta de cuidado y protección de todo tipo”, señala el Arq. Luis María Gorodner, de la empresa Progorot, que trabaja en el marco del Plan Rector Restauración Integral. “Para esta restauración se hizo una prueba piloto sobre un módulo de la fachada desde la planta baja hasta la cubierta. Ahí se hizo un ejercicio donde se investigó, se diagnosticó y se determinó qué se debía hacer, y con qué tipo de técnicas para eliminar las manchas negras, los efectos de la polución y la tierra”.
La restauración tiene una sola premisa que representa un gran desafío: recuperar el esplendor original de todos los materiales sin provocar desgastes ni roturas en el proceso. Y la solución vino de la mano de un novedoso sistema que se utiliza en limpiezas industriales, que combina dos componentes: pellets, o pequeñas porciones de hielo seco, y aire comprimido.
“La limpieza criogénica es una tecnología que permite tratar superficies delicadas sin dañarlas y sin generar residuos adicionales, como lo hacen la arena o el agua”, describe el Ing. Claudio Lopresto, representante de Criomaq, “El proceso es muy simple: el aire hace presión sobre el hielo seco y éste impacta sobre la superficie que se quiere limpiar. Como el hielo seco está a 78° C bajo cero en estado sólido, automáticamente sublima y pasa a estado gaseoso, con lo cual no genera daño alguno en las superficies”.
Para aplicar esta técnica, es fundamental la utilización de un buen equipo de aire comprimido, porque son jornadas de 10 horas de trabajo continuo. En el Edificio del Molino se trabajó con un compresor portátil 185Q ubicado en la vereda, desde donde se desplegó una manguera que subía por toda la fachada para hacer su tarea a más de 20 metros de distancia, sin resignar la presión ni el caudal de aire requerido.
La limpieza criogénica se aplicó sobre las estructuras metálicas para eliminar el óxido de las marquesinas y también para limpiar los restos de pintura de los balcones y llegar a los materiales originales. Mientras el compresor actuaba desde la vereda, la máquina que mezclaba el aire con el hielo seco se posicionaba cerca del punto de trabajo donde era recargada periódicamente con pallets. “Poder participar en este proyecto es una gran responsabilidad y un gran orgullo”, señala Lopresto.
“Me acuerdo cuando era chico y acompañaba a mi padre a la famosa Confitería del Molino. Este edificio es muy importante para la identidad cultural de la ciudad. Representa parte de las tradiciones y costumbres que hacen a la vida de todos los días. Me imagino que el día que se reabra al público va a ser para muchos una emoción muy grande”, concluye el arquitecto.
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